dimarts, 9 d’abril del 2013

DE RONDE VAN VLAANDEREN (EL TOUR DE FLANDES): La vuelta de mi vida


Per Josep

Introducción

 Con “De Ronde” uno no pude hacer una crónica cualquiera. ES mucho lo vivido y de gran intensidad para un apasionado del ciclismo aficionado y de las clásicas de un día. Esta crónica será una entrega por fascículos... un poco cada día durante esta semana, posterior a la marcha.

Hoy es 2 de abril de 2013; han pasado 60 horas del final de la marcha y todavía me emociono al recordar los momentos vividos. Qué ambiente!!! Que pasión!!! Que capacidad de concentración se genera alrededor de De Ronde. Todo un pueblo paralizado y expectante por su carrera. 16.000 cicloturistas pedaleando buscando la gloria en Oudenaarde, en distintos recorridos. El más largo de 259 kilómetros, como los Pros, que la corren al día siguiente.

Tengo amigos que me dicen que no se les ha perdido nada en las clásicas del norte. Que apuntarse a una marcha con agua garantizada, pues que no. Que apuntarse a una marcha con frio garantizado, pues que tampoco. Y menos con el suelo destrozado, y encima con 250 kilómetros a pedalear. Y todo ello a 1.300 km de casa. Que aquí en Barcelona, cuando llueve y hace frio, no salen y si el suelo está mal se quejan ... Y cuando pienso sus argumentos tengo que decir que uno a uno son argumentos que yo también comparto. Caramba!!! Tienen toda la razón del mundo... Pero cuando estos argumentos los juntas, y los mezclas en una coctelera llamada “DE RONDE VAN VLAANDEREN” pierden su significado individual, y se convierten en la marcha más impresionante del mundo. Hay algo que la hace especial; el ambiente, la gente, los participantes, el recorrido, la dureza, la longitud, las inclemencias meteorológicas, todo se junta para hacer de “DE RONDE VAN VLAANDEREN” la marcha de mi vida.

 Hace ya 8 años que por primera vez leí un artículo que hacía referencia a esta marcha. Fue en el número 1 de la revista Pedalier que con este título de “La marcha de mi vida” un cicloturista belga explicaba sus vivencias. Esa lectura me hizo pensar que algún día tendría que correrla. Yo por aquella época empezaba a hacer mis pinitos en marchas. Iba en bici de carretera desde 1987, empecé a salir con mi primer club, la Unió Ciclista Sant Cugat en el año 1993, y me anime a participar en marchas en el 2004. Mi bautismo fue la Terra de Remences y posteriormente la Quebrantahuesos. Así fue durante 4 años ya a partir de 2007 mis ganas de correr las grandes clásicas ciclistas iba en aumento. En febrero de 2007 llego el número 20 de Pedalier y en ella un extenso reportaje de las grandes clásicas en formato cicloturista. El gusanillo ya iba por dentro solo faltaba ver cuando y como me ponía en marcha. Por último en abril del 2008 compre un especial de grandes clásicas publicado por Ciclismo en Ruta. Eso ya fue definitivo y tuve clarísimo que si o si tenía que correr, los 5 monumentos: Lieja-Bastogne-Lieja, Milan-San Remo, Tour de Flandes, Paris-Roubaix y Giro de Lombardia. Por suerte mis compañeros del Club Ciclista Gracia, del que soy socio desde 2004, ya estaban haciendo salidas en el extranjero, y en el 2009 se propusieron hacer una clásica, la Lieja-Bastogne-Lieja. No era el Tour de Flandes, pero era uno de los 5 monumentos. Muchos de ellos ya habían corrido en años anteriores el Tour de Flandes, por tanto a pesar de que era la marcha que más me apetecía, tendría que esperar unos años más. El 2010 con los mismos compañeros de viaje, Paris-Roubaix, que junto con De Ronde es lo más espectacular y fabuloso que he corrido nunca. El 2011 Milán – San Remo y el 2012 Amstel Gold Race, que sin ser uno de los 5 monumentos es una clásica consagrada y también de un gran nivel. Todo ello con los amigos del C C Gracia. Para el 2013 me quedaban el Tour de Flandes y el Giro de Lombardia, pero este último no tiene versión cicloturista. Durante el otoño pasado estuvimos comentando con los colegas que íbamos a hacer, pero el nombre de Tour de Flandes no salía por ningún lado. Al final en diciembre sin contar con ningún compañero de viaje asegurado me inscribí en la marcha. Ya estaba hecho. Si no conseguía convencer a nadie, iría solo o perdería el dinero y no iría, pero la inscripción ya estaba hecha. Comencé a publicitar mi inscripción a los compañeros del C C Gracia, de la U C Sant Cugat y a los de mi nuevo y tercer club el Sant Cugat Club Ciclista 2013, pero nadie parecía estar por la labor. En enero de este año organizamos una cena en Sant Cugat con los compañeros del Sant Cugat C C para hablar de La Marmotte de este año a la cual 18 cicloturistas nos hemos apuntado. Aproveche para insistir en De Ronde, pero el silencio ante mi propuesta era absoluto. Coincidía además que este año Flandes se disputaba en Semana Santa lo cual no ayudaba en exceso a tener compañía.

Finalmente en febrero el amigo Ramiro Olivera del C C Gracia envió un mail diciendo que ya estaba inscrito. Bueno, pues al menos éramos dos. Aún así no las tenía todas conmigo de ir. Pero el tiempo iba pasando y teníamos que reservar el viaje. Fue así como hicimos la reserva del hotel y finalmente del avión. Ahora sí, ya estaba casi todo. Se podía no ir, pero cada vez todo estaba más cerca de Brujas. La última semana reservamos coche y maleta para la bici y todo listo. Para finalizar Ramiro recibió la noticia a través de Facebook que Frank Beyer también compañero del C C Gracia, vendría a la marcha y se nos incorporaría en Brujas. Frank vive por motivos laborales en Berna.

 Al final Ramiro y yo tomamos el avión el viernes 29 de marzo a las 6:50 de la mañana, rumbo hacia la carrera ciclista de un día más grande de entre todas las grandes. (Con permiso de la Paris-Roubaix).

 En Bélgica

 Llegamos al aeropuerto de Charleroi a las 9:05 aproximadamente. Todo en orden. Nos entregan las bicicletas con una celeridad a destacar. Vamos a recoger el coche y salimos hacia Brujas. En cuanto salimos al exterior del aeropuerto notamos ya un frio intenso que no nos abandonará hasta el domingo al mediodía en el momento del regreso. El coche tenia nieve en el cristal delantero y en el trasero. Y el suelo estaba húmedo. Por descontado el sol no se veía por ninguna parte. Únicamente ese cielo gris tan característico del norte.

Partimos, y en las cunetas de la autovía nieve. La temperatura que marca el coche es de 2 ºC. Pasamos Bruselas y vamos dirección Gante. Cerca de esta ciudad vemos la primera referencia de la carrera de los pros del domingo. Adelantamos a una furgoneta Mercedes Viano del equipo Sky, matricula “XX GB SKY” donde XX eran unos números que no pude retener. Más adelante y fuera de la autovía, parado delante de un hotel un camión del Vacansolei, el equipo de Flecha. Continuamos y llegamos a Brujas. El hotel encontrado está al lado de la estación de trenes, lo cual nos ira muy bien para nuestro objetivo de la tarde de dejar el coche en Oudenaarde y volver en ferrocarril. Dejamos las cosas en el hotel, montamos las bicis y nos vamos a comer unos bocadillos en uno de los bares de la estación.

 Al acabar, volvemos al hotel a preguntar por Frank. No había llegado y nos vamos con el coche a Oudenaarde. Llegamos fácilmente al punto de recogida de dorsales. No encontramos aglomeraciones y podemos recoger el número con el chip, y toda la información de la marcha. Aprovechamos para comprar camisetas de obsequio, y recoger la nuestra. Y hacernos la foto de rigor delante de un gran mural con una foto de un tramo adoquinado. Con todo hecho, nos vamos a la estación (muy cerca del pabellón donde estábamos y de donde habíamos aparcado el coche), y compramos billetes para volver a Brujas. Creo que no debían ser las 17 horas todavía, cuando tomamos el tren hasta Kortrijk, donde deberemos bajar y tomar otro que nos llevará a Brujas.

Tenemos que esperar 20 minutos en la estación y Ramiro me propone tomar un café. Salimos y justo enfrente nuestro, alguien con el maillot del Saxo Bank, rodeado de una camioneta del Saxo Bank y del camión taller, esta con su bicicleta, encima del rodillo dándole a los pedales. Sinceramente, pensé que se trataba de publicidad. Ramiro, pero enseguida me dijo: “este es un corredor del Saxo Bank, vamos a hacernos una foto”. Me acerco pues y le pido si podemos obtener una instantánea con él, a lo que accede gustosamente. Levanta las manos del manillar y mirando mi móvil que tenia Ramiro en la mano, inmortalizamos el momento. Le toca el turno a Ramiro y ahora soy yo el que con su móvil les hago una foto. Lo que yo no me había atrevido a decir lo hace Ramiro en un plis plas: “Quién eres? Cómo te llamas? “ le oigo decir. “Anders Lund” contesta el ciclista. Le dejamos para que pudiera seguir calentando y vamos a mirar el camión. Estaba lleno como era de suponer de bicicletas colgadas en vertical así como un buen número de ruedas Zipp. Teníamos el corredor en perpendicular y le comento a Ramiro: “Has vist quin cuadre mès petit porta. Sembla una 52 i aixó que es mès alt que jo”. Antes que Ramiro me conteste un hombre que estaba atento a las evoluciones del corredor nos dice en castellano: “si, llevan tallas pequeñas. También debería ser la tuya, señalándome. Aunque las tiendas os las venden más grandes”. Qué bien!, podíamos hablar con él y hacerle preguntas. Ramiro y yo le hicimos varias preguntas: “Que como es que no estaba entrenando en la carretera? Si estar con el rodillo en la calle era normal? Cuantos españoles iban a venir?, quien era el jefe de filas? Y que hacían con las bicis al acabar la temporada? Son las preguntas que ahora me vienen a la memoria”. “Hemos llegado hoy-nos contesto amablemente-. El reconocimiento de la carretera ya lo hicimos el lunes. Luego todos se fueron a casa y hoy han vuelto para la carrera del domingo y luego a preparar la Paris-Roubaix. Kortrijk es el centro de operaciones para las clásicas del Norte. Roubaix está a menos de media hora de aquí. Tenemos varios españoles en el equipo aparte de Contador, pero ninguno quiere venir a pegar botes”. La charla era muy interesante pero era la hora de coger el tren, así que nos despedimos y nos volvimos a la estación. Tomamos el tren justo a tiempo, el cual por una avería en la vía retrocedió de nuevo hasta la estación cuando ya estaba saliendo de la ciudad. Esto nos hizo perder algo de tiempo. Llegamos a la estación y solo salir del tren recibo una llamada de un número desconocido. Era Frank Beyer, que ya había llegado al hotel con su novia y se disponía a ir a cenar con ella. “Estamos llegando Frank –le dijimos. Podemos ir a cenar juntos”. Frank volvió lo andado y nos encontramos en el hotel para ir a cenar los 4.

 Como es habitual en estos casos queríamos hidratos de carbono, y nos recomendaron una pizzería estilo italiano que estaba cerca del hotel. Allí fuimos los 4. Mientras Frank nos explicaba cómo le iba por Berna, su novia nos contaba cosas de su tierra, Granada y su odisea de 7 horas para llegar en coche hasta Brujas, entre otros temas. Comimos espagueti carbonara, pizza, y un buen postre. Una anécdota de Frank es que durante estos meses apenas había salido en bici por la carretera. Hace tanto frio que se contenta con la estática en su casa, y que la única salida larga que había hecho era un de 150 km hacia pocos días. A las 22:00 fuimos hacia el hotel. El día había sido largo y cansado y el siguiente iba a ser peor, … o mejor, según se mire. Preparamos las bicis y a dormir. A las 7 más o menos queríamos salir del hotel.

 El gran día: 30 de marzo de 2013. La marcha

 Me levanto a las 6 y bajo a desayunar. Como siempre en estos casos, alemanes, holandeses, italianos, … pero españoles ni uno. Quedamos con Ramiro y Frank a las 7 en recepción. Cuando bajo ya están los dos esperando y salimos hacia la Plaza Mayor de Brujas. Hace frio, la temperatura es de -2ºC. Toda la marcha nos acompañará el frio. En el Garmin de Ramiro la media de temperatura de toda la marcha es de 2ºC !!!. En algunos breves momentos salió un tenue sol, pero la mayoría de la marcha fue con el cielo encapotado. Y durante una hora de 16:30 a 17:30 nos cayó agua nieve. Durante el trayecto, calles adoquinadas para hacernos a la idea de lo que vendrá. De las calles adyacentes van saliendo ciclistas con los que nos juntamos hasta formar un buen pelotón. En la plaza están montando las tarimas para el espectáculo del día siguiente con la salida de los pros, y para nosotros, un arco por el que pasamos por debajo. No hay cintas en el suelo; no suena ningún sonido, como en las marchas con chip. El tiempo no importa. Y eso que chip sí que llevamos. Lo tenemos en el cartel que llevamos todos agarrado al manillar con el número de dorsal. Pero no es para cronometrar el tiempo, sino para poder recibir nuestros momentos de gloria en forma de fotos y videos. Que distinto a lo que estamos acostumbrados por aquí.

 Paramos para hacernos una foto. Frank, Ramiro y yo. Que pasada!!! Deben ser las 7:15 y comenzamos a pedalear por el recorrido oficial. Poco a poco, vamos saliendo del centro de Brujas. Cruzamos por un puente peatonal de diseño que cruza la autovía. Y a partir de aquí por los carriles bici. Ramiro se detiene para subirse el sillín. Nos paramos con él. Nos van pasando grupos de ciclistas, pero no hay prisa. Como en la Amstel Gold Race, durante este primer tramo de 40-50 km hasta el primer avituallamiento, todos por el carril bici. Carril bici de cómo mucho 1,5 m de anchura por donde pasan dos bicis en paralelo, pero no más. Me pasa un ciclista asturiano con una Orbea Orca muy chula. Me dice que es de Oviedo, y que su bici es la que Samuel Sanchez tenía que haber usado en las Olimpiadas. Que suelen salir juntos y que se la vendió. Aunque no somos grupos numerosos como he dicho, se nota cierto nerviosismo, por parte de todos para ir avanzando, nerviosismo que aumenta por el estado del suelo de los carriles y por el gran número de rotondas que debemos atravesar. Debido a todo lo anterior, la velocidad no es muy elevada. Es una zona donde creo que podríamos haber ido a 35-37 por la calzada, y en cambio no pasamos de 31-32. En una de esas rotondas un ciclista tendido en el suelo con la cara ensangrentada. “Primer lesionado”, pienso.

Durante este tramo, intentamos ir los tres juntos, pero es muy difícil. No es que vayamos muy separados, pero no podemos ir uno detrás de otro. La gente se cruza, en las rotondas nos adelantan y yo personalmente, por miedo, tiendo a dejar que me pase todo aquel que me enseña su rueda. Pienso en lo difícil que debe ser ir en pelotón compacto a 50 por hora intentando mantener una buena posición en carrera. Es en estos momentos, cuando valoras pequeños detalles que por TV no aprecias en toda su dimensión. Ramiro se cansa de ir por el carril bici, y en un momento dado se pone a rodar por la calzada. Adelanta a todo el grupo y se marcha en solitario. Frank y yo seguimos por el carril bici, pero pronto se nos pone gente por en medio y lo pierdo de vista.

 Llegamos al primer avituallamiento, y solo llegar me encuentro con Ramiro. Sellamos los carnets de ruta y comemos alguna cosa antes de salir. En este avituallamiento vamos relativamente rápidos. Pierdo a Ramiro mientras voy a la salida pero encuentro a Frank nuevamente y los dos empezamos esta segunda parte. En total paramos en los 5 avituallamientos programados por la organización.


 Del primer al segundo avituallamiento la cosa cambia. La gente deja de ir por los carriles bici y se pone por la calzada, en parte porque son carreteras secundarias y hay pocos carriles en las mismas. Por detrás llega Ramiro, al poco rato de salir, y a partir de aquí empieza una persecución de grupos comandada por el capitán Ramiro. Se pone delante a tirar y la velocidad empieza a ser considerable. Vamos pasando grupos, y por primera vez en mi vida en una marcha, veo que no me pasa nadie. “Que gracia”, pienso. En un semáforo que cruza una carretera principal, y en el cual hemos de parar, llegamos a la altura de un holandés que estaba esperando el verde para ponerse en marcha. Entre él y Ramiro empiezan a darse relevos que hacen que pasemos cada vez a más grupos. Pero lo bueno es que por detrás no van generando un tren de corredores, sino que la mayoría de grupos se van quedando por el camino. Así llegamos al segundo avituallamiento. Este está muy cerca de Kortrick, la ciudad donde la tarde anterior habíamos visto a Anders Lund del Saxo Bank. Este avituallamiento fue caótico, perdimos mucho tiempo, había mucha gente y tenias que pasar por el sí o sí para poder sellar el carnet de ruta. Nos dijimos que intentaríamos no parar más en ellos, dada la pérdida de tiempo que tuvimos que soportar. El sellado estaba al final y tuvimos que pasar por todo el recorrido para llegar a él. Hay que decir que hasta este momento, kilometro 80 más o menos, todavía no habíamos visto ningún adoquín, más que los del centro de Brujas. Salimos del avituallamiento y ya fuera, como y bebo un poco de la comida que llevaba.

 Partimos los tres juntos hasta el tercer avituallamiento que ya estaba en Oudenaarde, en el kilómetro 133. Encontramos muchos grupitos a los que vamos pasando y volvemos a tener que circular por carriles bici. En algunas rotondas me confundo, y voy por la calzada en lugar del carril, lo que hace que solo, sin el resguardo del grupo tenga que pegarme algún calentón para seguir su ritmo. En todos estos 133 kilómetros hay viento. Viento de cara y de costado. Este último provoca que los corredores vayamos cogiendo toda la calzada posible para resguardarnos del mismo, generando una diagonal al sentido de la marcha. Realmente no sabes cómo ponerte. Cuando el viento es de cara, está claro,… si puedes no te pongas delante,… pero el lateral te obliga a ir muy concentrado para tomar la mejor posición en cada momento según de donde sople.

 Así van pasando los kilómetros hasta que llega el primer muro adoquinado, el Tiegemberg de 750 metros de longitud con una pendiente media del 5,6% y máxima del 9%.



 Después de este primer tramo volvemos a ir por asfalto hasta que viene un segundo tramo adoquinado, … en bajada. Para mí, son los peores que hay. En bajada, el adoquín molesta mucho más, el traqueteo es más intenso, y en muchos casos te cuesta frenar. Veo que en un momento dado la mayoría de corredores que iban en este pelotón conmigo, van hacia la izquierda. Yo sigo por el centro. Miro y todos se habían desviado por un tramo de grava paralelo a la carretera que era mucho más cómodo. Yo ya no estaba a tiempo y seguí por el adoquinado. A pesar de que mi mecánico Sisquillo me había dicho que no tenían nada que ver estos adoquines con los de Paris-Roubaix, no estaba mal lo duro que era aquello. Iba con la bici Pinarello de acero, con neumáticos de 23 y doble cinta en el manillar. Y todo esto hacia que el adoquinado se notará, y bien. En estos momentos, ya había perdido de vista a Frank y Ramiro, e iba solo mezclado entre la multitud. Todavía no nos habíamos juntado con los corredores que hacían la marcha de 133 km , pero ya faltaba poco. Sería en este 3er avituallamiento en Oudenaarde.

El avituallamiento de Oudenaarde era impresionantemente grande. Se trataba de un almacén. Habían colocado pales que iban señalando el camino desde la entrada a la salida del avituallamiento. Y la distancia entre la entrada al almacén hasta la salida podía ser de unos 200 metros si no más por dentro del mismo. Dejo la bici a la salida del avituallamiento y entro en sentido inverso a los ciclistas, pensando que el sellado del carnet de ruta estaría al final. Craso error, en esta ocasión estaba al principio, con lo que tuve que recorrer los 250 metros por dentro del almacén y con corredores con sus bicis que venían andando en sentido contrario. Aprovecho para coger un plátano y una bebida isotónica, y dando media vuelta vuelvo a la salida. Otra pérdida de tiempo importante. Dentro me encuentro a Frank y juntos vamos a buscar mi bici. Allí estaba Ramiro. Después de comer, salimos los tres juntos para afrontar la parte más dura y divertida de la marcha.

Después de circular por un bucólico carril bici al lado de un rio, llega uno de los muros más esperados, el que suele salir en todos los reportajes fotográficos por la belleza de las imágenes, el Koppenberg, 600 metros de desnivel al 11,6% de media y máximas del 22%, y obviamente adoquinado, con un adoquín auténticamente 5 estrellas, es decir el peor de todos. Y aquí llegó mi momento de gloria. Lo veo a lo lejos y me recuerda aquellas curvas cuya pendiente se incrementaba exponencialmente. El camino está hundido en la colina y hace una pequeña curva. Hay público, bastante público para cicloturistas. Son las 12 y pico del mediodía. Pongo plato pequeño y 29 de piñón, lo máximo que llevaba. A la izquierda una mujer española que nos anima a todos diciendo “vamos, adelante…”. Delante de mí, una fila de corredores. Empieza la pendiente y al poco se va endureciendo. A medida que esto sucede, todo el mundo pone pie a tierra de los que iban delante de mí. Yo iba subiendo con la técnica aprendida de la mountain bike: sentado, en la parte delantera del sillín, con los brazos flexionados y con el cuerpo muy bajo, haciendo fuerza con los riñones e intentando no levantar la rueda delantera y que la trasera no resbalara. Como un poseso, empiezo a decir, primero con voz tenue: “vamos, vamos”. A medida que voy avanzando y hay más corredores bajados de la bici, elevo la voz cada vez más hasta acabar gritando: “vamoooos, vamoooos, apartaaaad, apartaaad”. Todo el mundo se giraba y se apartaba. En el pico de máxima dureza, un corredor intenta ponerse encima de la bici con la ayuda de un espectador. Yo voy por su derecha, y cuando estoy pasándolo tuerce su manillar hacia mí. “Fuera, Fuera, … “ grito cada vez más fuerte. “Vamos, vamos” sigo diciéndome. Al final llego a la parte final donde la pendiente empieza a disminuir. El corazón a 167 pulsaciones, y mi sensación que soy Tom Boonen, Fabian Cancelara, Eddy Merckx, o los tres juntos. Disminuyo la fuerza y saboreo mi triunfo. Y allí arriba video y fotos para inmortalizar el momento. Que pasada!!! Que pasada!!!.



 A continuación vendrán el Steenbeekdries y el Taaienberg. Vamos Ramiro, Frank y yo juntos. Pero al acabar este último los pierdo y me quedo retrasado. Continúo con otros grupos y así voy subiendo los siguientes muros Eikenberg, Kapelleberg y Varent. Voy bien, nada que ver con mi agonía en la Amstel Gold Race del año pasado. Bastantes kilos menos y un entreno razonable se notan, y tanto que se notan. Toda la vida pensando que nadie entrenaba y que todo era fruto de la madre naturaleza,… vaya, vaya, … que ingenuo!!!

 Después de Varent, 3 tramos llanos adoquinados. En total 4.300 metros que me recuerdan al tramo 5 estrellas Mons-en-Pévèle de la Paris-Roubaix. Los paso bien, pero me acuerdo de los neumáticos de 25. Al finalizar estos tramos me encuentro en una curva a Ramiro y Frank. Estaban reparando la cadena de Ramiro que se había roto por primera vez. Nos ponemos en marcha y vamos juntos hacia el siguiente muro, el Molenberg. Después de este, dos tramos más llanos de adoquines. En el segundo de 2.300 metros, noto un ruido en la bici. Es el porta bidón que se mueve a derecha-izquierda y parece que lo vaya a perder de un momento a otro. Con el movimiento en los adoquines los tornillos se han ido desenroscando y falta poco para que lo pierda. Paro en la cuneta. Un grupo de espectadores me ayuda muy amablemente. Busco las herramientas, una llave allen pequeña, para arreglarlo, y no la llevo. Me deje en Barcelona todo el conjunto de llaves allen y solo llevo la del 5, la del 6 y la del 8 para montar el sillín, el manillar y los pedales al sacar la bici del la caja de transporte. Los espectadores que me ayudan, belgas todos, enroscan el tornillo con los dedos mientras yo vuelvo a guardar las herramientas. Me empujan para arrancar y adelante. El porta bidón se mueve menos, pero se mueve y dado que estamos en la mitad del tramo adoquinado, a medida que avanzo vuelve a tomar juego. Falta poco para el siguiente avituallamiento y decido esperar. Pero al acabar el tramo adoquinado ya no aguanta más. Paro al lado de unos británicos con maillot Sky que me dejan amablemente la llave allen, y continúo hacia el avituallamiento. Allí están Ramiro y Frank comiendo. Buscamos al hombre que tiene que sellar el carnet y no lo encontramos. Damos una segunda vuelta por el avituallamiento y al final damos con él. Hemos perdido bastante tiempo. ES el 4 avituallamiento, nos queda uno. Nos ponemos en marcha. Pasaremos juntos el Rekelberg, Berendries y Valkenberg, pero en el siguiente tramo adoquinado plano los vuelvo a perder. En los siguientes muros, Foreest y Berg Ten Houte voy con dos gallegos que van charlando distendidamente. Son las 16 horas aproximadamente. Al acabar este último muro cruzo una carretera general y me adentro en las calles de un pequeño pueblo. De frente aparece Frank. “Que pasa?” le pregunto. “Ramiro ha vuelto a romper la cadena, está un poco más adelante. Voy a ver si hay alguna tienda o un mecánico de la organización”. Continuo y al cabo de poco veo a Ramiro. Está esperando a que vuelva Frank. Me quito los guantes y lo primero que noto es un frio intenso en las manos. Aprovecho para comer algo. Vuelve Frank con noticias negativas. El siguiente punto mecánico está en el 5 y último avituallamiento. Ramiro decide llamar al teléfono del coche escoba para que lo vengan a buscar. Entre Frank y yo intentamos convencerle para que arregle la cadena y que continúe. Miramos el mapa. “Ramiro solo quedan dos muros antes del avituallamiento. Llegas seguro”, le decimos. Y al final se deja convencer. Quita un eslabón más de la cadena y consigue arreglarla momentáneamente. La cadena corta le deja muy poco margen de maniobra para jugar con los cambios. Plato pequeño y piñones centrales es lo que puede mover, pero al menos, puede continuar.



Ramiro delante, seguido por nosotros dos, vamos devorando los kilómetros. Es un tramo llano y principalmente en ligera bajada. Vamos bien, aunque el cielo se está nublando. Al cabo de unos 10 kilómetros giro cerrado a la derecha y viene el siguiente muro, el Kruisberg. Me adelanta un ciclista con el que habíamos ido bastantes tramos juntos y me dice en inglés: “menos mal, ya falta poco”. “Cuanto?” le contesto. “Unos treinta”. Pensaba que nos faltaban más para meta y esto me anima mucho. Voy subiendo la cota con él. ES un muro adoquinado bastante duro y con público. Acaba con una curva a la derecha. Mientras voy subiendo pienso si la cadena de Ramiro aguantará. Empieza a llover y con el frio que hace es agua nieve. Bajada rápida por una carretera ancha y el último muro antes del avituallamiento. Hay poca gente. Sello el carnet y espero que lleguen Frank y Ramiro. Pasan los minutos y no vienen así que decido continuar.

 Ha parado de llover. Solo me quedan 2 muros, el Oude Kwaremont i el Paterberg. Subo el primero sin complicaciones. Es largo pero las rampas máximas no superan el 11%. Empiezo a ver carpas montadas, con mesas dentro. Parece que son para invitados VIP de la carrera de mañana. También veo unas gradas que están montando en la cima.



Pequeña bajada y giro a la izquierda, para coger una carretera general que sube ligeramente. Vamos por el carril bici del lado contrario a nuestra marcha. Es la carretera por donde al día siguiente Cancelara y Sagan intentarán dar captura a un corredor escapado. Arriba, giro a la izquierda. Bajada rápida hacia el fondo de un valle, y de repente, giro a la derecha y el muro, y vaya muro, el Patenberg. Rampas adoquinadas del 22%. Son solo 400 metros pero 200 metros muy duros, los centrales. Voy encima de la bici traccionando con los riñones. Acabo la parte más dura. La pendiente suaviza justo en el punto donde Cancelara consiguió sacarle unos metros a Sagan. Llego arriba y foto y video. Ya estoy de subir, pienso.

 Bajada rápida por carreteras estrechas, hasta llegar a una general. A partir de allí unos 10 kilómetros. Voy solo. Decido ir tranquilo a la espera de un grupo al que acoplarme. Son las 18:40 aproximadamente. Me pasa un grupo de 7 unidades. Me acoplo por detrás. El ritmo es bueno de unos 32 km/h. Vamos por un falso llano. Pasamos el cartel de 5 km a meta. Seguimos a buen ritmo. Desaparece la pendiente. Y entramos por fin en un vallado con el cartel de 2 kilómetros a meta. Ya falta poco. Cogemos a otros grupos. Cartel de 1 kilometro. Los corredores del grupo saludándose y esprintando. Y finalmente pasamos por las gradas y entramos en meta. Ya está. Son las 19 horas!!! A la derecha una pantalla gigante que va diciendo, Felicidades.. y el nombre del cicloturista. Muy emotivo.

Todavía es de día. Me dirijo hacia el polideportivo dónde la tarde anterior habíamos recogido los dorsales. Paso por delante de un Volvo de los años 70 de color naranja. El coche del Molteni!!! Paro y hago una foto. Detrás del coche, el Museo del Tour de Flandes. Me entra la curiosidad. Dado que Ramiro tenía que cambiar la cadena y tiene las llaves del coche entro para hacer tiempo. No voy al museo, pero si a una tienda de recuerdos que hay al lado. Vaya recuerdos!!! Maillots, libros, guantes,… Encuentro el maillot del Molteni. Que ilusión. Solo hay la talla S, pero da igual. Decido probármelo. Apenas me entra, pero…es el maillot del Molteni. Así que lo compro junto con los calcetines del equipo. Voy a caja, y pregunto si por casualidad tienen una talla M. Por suerte, tienen stock en el almacén y me lo trae. Lo compro y me voy.

 Al salir, el sudor se ha secado y tengo un frio atroz. Estoy temblando de frio y así estaré hasta subir al coche. Cuando llego al polideportivo, Ramiro ya ha llegado. El servicio Shimano se había desmontado a las 18 horas del último avituallamiento, así que tuvo que coger el coche de la organización. Frank también había llegado pedaleando. Estaban tomando una hamburguesa. Yo tenía como he dicho mucho frio y con Ramiro fuimos al coche. Puse la bici y volvimos para recoger la camiseta de obsequio por devolver el chip y despedirnos de Frank que partía directamente.

 Eran las 20:20. En el coche la calefacción a tope. Cansados, con frio y con hambre, volvíamos hacia Brujas pensando en lo difícil que sería encontrar un restaurant a esas horas para cenar.

Al bajar las bicis en el hotel, de nuevo siento un frio atroz. Ya en el cuarto ducha rápida y a preguntar en recepción donde podemos cenar. Nos aconsejan un restaurante que cierra la cocina a la 1 de la madrugada. Tomamos un taxi, y el taxista nos felicita por la elección. “Es un gran restaurante de carne” nos dice, y añade “con una calidad precio muy adecuada”.

Es un restaurante pequeño regentado por un matrimonio. Nos dan una mesa y al presentarnos la carta, ya nos recomiendan su menú: “filete de buey belga, a 9 euros los 100 gr. Con pedido mínimo de 250 gramos”. Ramiro pide 500 gr. Y yo 300. Nos lo cortan delante de nosotros y lo cocinan también delante de nosotros. El plato esta buenísimo. Os lo recomiendo a todos los que vayáis a Brujas de viaje. Pero los 9 euros los 100 gr. se convierten en 100 euros totales. A pesar de todo, vale la pena. Vuelta al hotel andando y a intentar dormir un poco. El domingo todavía nos quedaban cosas por hacer.

 Después de no poder dormir más de 3 horas seguidas, por las molestias que tenía en todo el cuerpo, decido levantarme a las 7 de la mañana, hora nueva. Bajo a desayunar y me encuentro con la asistencia Shimano de la carrera que también esta desayunando. Me quedo enviando fotos y wa hasta que baja Ramiro. Desayuna y salimos hacia la plaza Mayor de Brujas. El ambiente es impresionante. De todas las calles van llegando aficionados. En la plaza hay montado un gran escenario al cual los ciclistas acceden por unas rampas, que acaban delimitando 3 zonas para ver el espectáculo. Los ciclistas vienen de una plaza situada a 500 metros, donde están los camiones de los equipos, y una vez han firmado el control y han sido entrevistados bajan para ponerse en el otro lado de la plaza, desde donde se dará la salida. Uno de los entrevistados es Flecha, al cual se le tiene en gran consideración. Justo en ese momento recibo una llamada. Es Jaume Janer. Me llama desde Italia para comentarme que un amigo suyo podrá estar por la tarde, después de la carrera, charlando con Flecha; y que si queríamos ir nos daba el teléfono de su amigo. Por desgracia, nosotros nos volvíamos al mediodía. Le di las gracias; nos era imposible asistir.

La organización nos regala la bandera amarilla con el león de Flandés y el ayuntamiento un trozo de chocolate con una bicicleta dibujada. A las 10 parten los corredores. Nos volvemos hacia el hotel, y mientras vamos paseando vemos a lo lejos la carrera. Paramos en un bar. Están dando la carrera desde el inicio.

De vuelta al hotel, desmontar la bici y ponerla en la caja. Salimos a las 12 aproximadamente y a las 13:40 estamos en Charleroi. Devolvemos el coche y a dejar la bicicleta. Lo que en Barcelona había sido facilísimo, aquí se complica. Una empleada de Ryanair me dice que mi caja pesa 23 kilos y que solo tengo contratados 20. Le digo que no, que tenemos 30. Pero ella erre que erre, que no. El problema era semántico. Si habíamos cogido transporte de bicicletas en el billete o transporte de material deportivo. Le decimos que en ambos casos el peso era de 30. Tiene que llamar a su superior y finalmente nos dejan pasar, con un enfado considerable de la señorita en cuestión. Una vez dentro de la zona de embarque comemos y esperamos la llamada para partir. Mientras esperamos vamos rememorando las vivencias de estos dos días. Ha sido fantástico y sin lugar a dudas repetiríamos con los ojos cerrados. Así que ya sabeis: el que quiera correr el Tour de Flandés que sepa que ya tiene dos acompañantes asegurados.

 Son las 8:00 del lunes 8 de abril. He tardado casi una semana en escribir estas páginas. La ilusión por De Ronde sigue viva; y después de ver ayer los últimos kilómetros de la Paris-Roubaix, ilusión compartida con esta última. Veremos cuál será la clásica del año que viene!!! En la salida del Sant Cugat Club Ciclista, estrené mi maillot y calcetines del Molteni, así como el para vientos del Tour de Flandes. Pase frio, pero los estrené!!!

 Y ahora a por el segundo objetivo de este año: La Marmotte. El año pasado un francés que estaba en el avituallamiento de Bourg d’Oisans, me hizo devolverle el chip a las 19:30 diciéndome que era muy tarde para subir Alpe d’Huez dentro de la marcha. Al principio no me hizo gracia, pero estaba tan cansado que se lo agradecí. Eso sí, prometí volver al año siguiente. Y ese es el reto. He perdido 12 kilos desde entonces, e intento entrenar lo que puedo para afrontarlo. Pero no es el único reto. Hay también una apuesta de por medio. Además de conseguir que el francés no me pare, hay una apuesta con Luis Castro. Como muchos ya sabéis, Luis no me puede sacar más de tres horas en la cima de Alpe d’Huez. Espero que no lo consiga, pero…

4 comentaris:

  1. en la crónica me he dejado de deciros que el año que viene si puedo repito. Quien se apunta?
    Josep Badía

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  2. Peazo cronica Josep
    Felicidades por el reto y por conseguirlo.

    Enfrentarte a una marcha tan larga, con frío asegurado, con lluvia o aguanieve y con adoquines no ésta al alcance de todos.
    Me gusta pedalear pero no soy capaz de hacer esta machada !!!
    Carlos

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  3. Hola Josep
    Enhorabuena por la cronica...yo estoy pensando en ir en el 2014...vivo en Bcn(clot) tambien,pero no tengo grupo ni compañeros de entreno por aqui y conozco pocas carreteras..asi que necesitare que me asesores..un abrazo
    melkko.as@gmail.com

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  4. Hola,, Josep , coincido contigo en muchos aspectos ,, como en que llevo años diciendo que la quiero hacer ,,finalmente este año me he escrito ,, de momento he conseguido liar a un amigo .

    Nosotros al igual que tu amigo Frank ,, vivimos en Berna ,, estamos estudiando la mejor manera de desplazarnos ,,seguramente optemos por el coche ?? .

    Lo que no tengo claro es donde conviene pillar el Hotel ? veo que ponen un autobus para desplazarse entre Brujas y Oudenaarde por 20 Euros ..

    Podias facilitarme alguna información ,,

    Si repites estaria encantado de conocerte ..

    noiacalidade@gmail.com

    Muchisimas gracias

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